Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones.
Muchos creyentes, saben y proclaman con su boca lo importante que es orar. Estoy de acuerdo con la afirmación y soy de las que hablan harto acerca de lo vital que es orar para mi caminar con Dios, para conocerlo. De todas formas, frecuentemente me da susto pasar más tiempo hablando acerca de la oración, que efectivamente orando.
El apóstol Pablo es ejemplo de un hombre que realizó las dos cosas (oró y habló de la oración). Basta con ver con qué frecuencia el Espíritu Santo lo hace hablar de éste tema en sus epístolas. Si leemos con atención el libro de Hechos, nos daremos cuenta a través de su escritura, que fue un hombre con una comunicación real con el Espíritu, poderoso en oración. Oró al lado del río, en varias prisiones, en medio de una gran tormenta e incluso en pleno sufrimiento físico (2 Corintios 12: 7-10).
Pablo debe haber tenido una lista de oración excelente! Piensa en la cantidad de creyentes por los que oraba, y la cantidad de veces en las que señala "estar orando por ellos sin cesar". ¿Cómo se ve tú lista de oración? ¿Somos lo suficientemente rigorosos como para escribir el nombre de aquello que requieren oración? ¿Estamos comprometidos a usar la lista como guía para nuestra oración diaria y a mantenerla actualizada? ¿Tenemos registro de cuántas respuestas maravillosas nos ha dado Dios frente a nuestras oraciones?
Pablo pedía que muchos colaboradores y amigos pusieran su nombre en sus respectivas listas de oración. ¿Cuán seguido le pedimos a otros que oren por nosotros? ¿Podía Él depender de sus conocidos y confiar en la petición? ¿Pueden aquellos que nos piden oración, confiar en nosotros? ¿Quién depende de tus oraciones hoy? Debe ser alarmante saber la cantidad real de miembros en las iglesias que oran realmente. Seamos cristianos comprometidos y motores de cambio.
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